Camino de la temida edad de los cuarenta en que nuestro instinto maternal, quizás demasiado aletargado, empieza a despertar, las dudas acerca de si una debe o no hacer frente a la maternidad empiezan a surgir. Inconscientes o no de lo que conlleva ser madre, especialmente para la mujer, algunas nos aventuramos en este desconocido mundo. Ya casi en la cuarentena, y con cierto asombro, descubrimos que, al ser madres, en muchos casos, nos sentimos incapaces de hacer frente a nuestro día a día alejado de la rutina profesional y teniendo que cuidar de un bebé que, aún y siendo tu hijo o hija, apenas entiendes. En esta travesía para ser madre, sin manual y sin formación, descubres, muy a tu pesar, algunos aspectos que hasta entonces desconocías relacionados con las inseguridades, los miedos, las frustraciones, las imperfecciones y un largo etcétera.
¿Por qué he decidido ser madre?
Por muchos libros, guías y manuales que una haya leído durante el embarazo y los primeros meses de vida del bebé, hay situaciones que escapan a tu control y te sientes impotente y en ocasiones incapaz de gestionarlas. Entiendo por ello algunas afirmaciones que surgen últimamente acerca del arrepentimiento de algunas mujeres por el hecho de ser madres, aunque no las comparto en su totalidad. Desde Samanta Villar con sus categóricas declaraciones a raíz de la publicación de su libro «Madre hay más que una», hasta Soraya Arnelas y su escapada nocturna durante la primera semana de vida de su bebé, pasando por algunos de los testimonios que recoge Orna Donath en su libro de entrevistas «Madres arrepentidas» que aún tengo pendiente terminar de leer y comentaros en el blog .
Tal como ya argumenté en uno de mis posts anteriores ¿Qué es para una madre tener hijos?, antes de sentenciar que con la llegada de la maternidad se pierde calidad de vida, como afirmó Villar en distintas ocasiones, una debe plantearse qué entiende por calidad de vida. Ser madre supone inevitablemente sacrificar aspectos de tu anterior vida sin hijos, pero también adquirir unos conocimientos y una experiencia difíciles de apreciar y entender si no llegas a serlo.
Pensar que, con la maternidad, todo seguirá igual, es pecar de ingenuidad. La llegada de un hijo aboca a la mujer, en la mayoría de los casos, a sacrificar su carrera profesional en beneficio de los hijos y de su nueva profesión, la de ser madre. La conciliación, en nuestro país y nuestra sociedad, sigue siendo una utopía y difícilmente la madre puede recoger a sus hijos en el colegio, ayudarles a hacer los deberes, bañarles y darles la cena, sin sacrificar parte de su crecimiento personal. Y éste es un sacrificio que cualquier mujer que quiera ser madre debería plantearse antes del embarazo y que, en cierto modo – en esto estoy de acuerdo con Samanta Villar – si podría identificarse como una pérdida de calidad de vida.
¿Qué clase de madre soy yo?
Justamente este pasado fin de semana el Dominicial «Papel» de El Mundo nos ofrecía un amplio reportaje, firmado por Marta Caballero, sobre las contradicciones que caracterizan a la mujer de hoy en día ante la maternidad. Bajo el título «Malas Madres contra Súper Madres: la última batalla que divide a España» la periodista reflexiona sobre el papel de ser madre y qué tipo de madre ser o incluso no ser.
Cabe decir que, en mi caso, cuando empecé con My Second Job Mamá y debía darle un nombre a mi blog, en más de una ocasión me planteé la pregunta qué tipo de madre soy. Pensé que quizás, simplemente respondiendo a esta cuestión, podía definir fácilmente mi nuevo proyecto. La respuesta no era fácil y tras darle muchas vueltas acabé por descartarlo, ya que no encajaba, al cien por cien, en ninguna de las definiciones de madre. Constaté que soy perfeccionista, controladora, competitiva, sensible y, ante todo, era todo y nada a la vez.
Tras buscar y rebuscar, me planteé que quizás mi perfil podía encajar en el de una madre Alfa, no sé si habéis oído hablar de ellas. Según un estudio llevado a cabo por Mikroscopia My Word identificaba a estas madres como «mujeres de entre 35 y 49 años, con educación, estudios, con puestos de responsabilidad y con hijos menores a su cargo». Mujeres que ejercen como madres y como profesionales. Mujeres que se encargan de las tareas y la economía domésticas y demás quehaceres del hogar, sin por ello dejar de disfrutar con sus hijos. Madres que se cuidan y saben organizar bien su tiempo, incluso trabajando desde casa, pero también mujeres que asumen como suyas las tareas socialmente reservadas a los hombres como las reparaciones en el hogar o la compra de tecnología.
Personalmente, me considero una mujer profesional, aunque después de la maternidad no al nivel que había podido desempeñar mi carrera antes. Soy también estricta con la educación de mis hijos y me preocupa su formación. Hago las tareas domésticas, aunque también tengo quién me ayuda. Soy extremadamente planificada y organizada, en eso creo que pocas me superan. Me gusta cuidarme tanto físicamente como estéticamente e intento velar por una alimentación equilibrada para mi y mi familia. Me encanta comprar online, aunque las compras del supermercado sigo haciéndolas el fin de semana y con carrito. Me gusta tenerlo todo bajo control, es uno de mis defectos y ante todo, puedo afirmar que estoy satisfecha con mi vida.
Sin embargo, por suerte, tengo un marido que me ayuda y se compromete con las tareas domésticas y la educación de los hijos y aquí mi perfil ya se aleja un poco más si cabe de la mujer que se define como madre Alfa, aquella que puede con todo y más.
En definitiva, tras leer el reportaje de este fin de semana en el Mundo y que os citaba antes, supongo que, como comenta Caballero, lo que si puedo decir es que me sumo inevitablemente al movimiento de las Malas Madres.
Una colectividad que lidera Laura Baena y que reúne a aquellas madres algo «alejadas de la imagen tradicional de la maternidad», la de las madres «que no quieren que la M de Madre aplaste a la M de Mujer». No obstante, también quiero puntualizar que no soy de las madres con demasiados planes en los que no entran mis hijos, me encanta pasar mi tiempo libre con ellos y organizando actividades en familia. Me gusta la maternidad y disfruto con ello y sin darme cuenta estoy convirtiendo esta nueva etapa de mi vida en mi nueva segunda profesión, buscando siempre el equilibrio entre la M de Madre y la M de Mujer. Y vosotras, ¿qué clase de madres sóis?