Cuando una mujer se plantea ser madre, y especialmente, si esta decisión se toma pasados los 35 años, como fue mi caso, una debe ser consciente que, por lo menos, durante unos años deberá renunciar a gran parte de su tiempo libre y quizás también a su carrera profesional si quiere educar y ver crecer a sus hijos día tras día. La maternidad, muy a nuestro pesar, no deja de ser un sacrificio para la carrera profesional de una mujer en activo.
!No es una decisión fácil! Las mujeres luchamos, para hacernos un lugar en el mundo profesional y demostrar constantemente nuestra valía. Ante un embarazo y sobre todo tras el parto, si la economía familiar lo permite, una debe replantearse su futuro profesional inmediato y qué tiempo va a destinar a su nueva faceta como madre.
En mi caso antepuse la familia sin olvidar mi proyección profesional
Desde que me licencié luché encarecidamente para forjarme una dilatada carrera profesional en mi sector. Amplié mis conocimientos, mi experiencia laboral, trabajé en el extranjero y alcancé, no sin méritos y sin esfuerzo, casi todo aquello que había deseado. Tenía una buena posición social, un puesto de trabajo que me apasionaba y me permitía viajar, con cierto reconocimiento social y económico, y un marido a quién amo y con quién compartía y sigo compartiendo infinidad de aficiones.
Mi apuesta fue por la familia y desde el nacimiento de mi hija, a pesar que aún mantenía y mantengo mi pequeña empresa de comunicación en activo, mis prioridades cambiaron. E insisto, !no fué fácil!
Aún recuerdo, los primeros meses, incapaz de gestionar según que situaciones cotidianas y echando de menos mi entorno laboral en el que me sentía como pez en el agua.
Muchas noches en vela, largos paseos, demasiado tiempo para reflexionar y ausencia de comunicación verbal caracterizaban mi jornada diaria. Recordaba con añoranza mis días extenuantes de trabajo, la adrenalina del día a día de mi jornada laboral, mis viajes, el centenar de mensajes diarios en mi buzón de correo, las más de cincuenta llamadas que debía gestionar, los eventos que organizaba, las reuniones y un largo etcétera de mi extenuante vida anterior.
Me esforzaba por valorar aquello que tenía en ese momento y que tanto había esperado durante esos nueve meses de embarazo. Sabía que era una privilegiada por haber podido escoger y por poder compartir cada momento con mi hija, pero no lograba adaptarme a mi nueva situación.
Cómo convertí la maternidad en mi segunda profesión
Con la llegada de mi segundo hijo, 19 meses después, la sensación de impotencia y de insatisfacción empeoró notablemente. E ingenuamente yo pensaba que apenas notaría el cambio, teniendo en cuenta que ya tenía un bebé que cuidar.
Llegó un momento que me sentía sobrepasada por la situación, ni siquiera entendía mis propias reacciones ni sabía cuál era mi papel ante mis hijos. Los lloros, las rabietas, los celos, las enfermedades, las noches en vela. Seguía sin entenderlos y ahora ya eran dos. Cualquier situación menor me exasperaba y era objeto de reprobación por los que estaban a mi alrededor. Me sentía cuestionada e incomprendida y sobrepasada por la situación.
Sin embargo quería con locura a mis hijos y tenía claro que deseaba seguir luchando por convertirme en una madre ejemplar y convertir esta etapa de mi vida en mi nueva profesión y estaba convencida que lo lograría. Decidí formarme, ampliar mis conocimientos, empaparme de todas estas experiencias, positivas y negativas, y visualizar esta etapa de mi vida con cierto optimismo. Este debía ser un aprendizaje único que me aportaría valores, conocimientos, experiencias y sabiduría para afrontar mis nuevos retos profesionales en un futuro próximo.
Hoy, cinco años después, veo esta misma situación con cierta perspectiva y estoy contenta y satisfecha de mi decisión. Con dos hijos ya en edad preescolar, puedo y tengo la oportunidad de poder trabajar de nuevo en aquello que me gusta, y puedo decir que he tenido el privilegio de poder consagrar la mayor parte de mi tiempo a ellos.
Sigo luchando para sacar adelante mi pequeña empresa de comunicación, otra de mis pasiones, readaptando productos y servicios para poder combinar horarios. También desde hace un mes, me he lanzado con este blog, un paso más hacia mi objetivo de convertir la maternidad en mi segunda profesión y aprender al lado de mis hijos.
Seis de cada diez mujeres renuncian a su carrera profesional para ser madres
Titulares como los que han aparecido recientemente en algunos medios como el País o el Mundo diciendo que «seis de cada diez mujeres renuncian a su carrera por ser madres», a raíz de un estudio presentado por la Asociación Yo no Renuncio y el Club de MalasMadres, son preocupantes y evidencian que pocas cosas están cambiando en este sentido.
Creo que sobran ciertos debates acerca de si una se arrepiente o no de ser madre y se hace más necesario que nunca concienciar a la mujer y acompañarla en esta etapa como madre. Soy de las que piensa que con menos discursos y más pedagogía y pequeños gestos se lograrían mejores resultados.
Difícilmente, las mujeres de nuestra generación, en nuestro país, vamos a cambiar los roles familiares ni tampoco disfrutaremos de una conciliación laboral plena. Por ello, se hace especialmente importante ayudar a la mujer en activo que es madre y muy especialmente la que lo es en edad avanzada, ya que después de la maternidad deberá reincorporarse al mercado laboral con 40 años ya cumplidos.
Deberíamos acompañar a esta mujer profesional para evitar, en primer lugar, la frustración durante los primeros años con el bebé. Ofrecerle, posteriormente, formación a medida y apoyo, tras la maternidad, cuando quiera o pueda reincorporarse al mundo laboral con unas condiciones distintas a su etapa anterior, por el simple hecho de haber sido madre. Sus prioridades cambian.
Difícilmente una mujer que ha sido madre en la cuarentena buscará hacer jornadas maratonianas en la oficina, cumplir horarios cuadriculados en el despacho y esté dispuesta a viajar día sí y día también por trabajo, a no ser que sea por necesidad económica. Seguramente, si puede escoger, buscará la flexibilidad de horarios, el teletrabajo, las reuniones via skype y la máxima conciliación con su vida familiar y no por ello dejará de ser más productiva. Incluso, aquellas más valientes, puede que se planteen el emprendimiento.
Ser madre no debe traducirse en sacrificar tu carrera profesional, sino en seguir creciendo personal y profesionalmente.