Antes de la maternidad, son muchos los que te advierten de que con la llegada del primer hijo te cambiará la vida. Sin embargo, una no llega a imaginar cuánto te puede cambiar hasta que lo vive en primera persona. Es decir, hasta que se convierte en mamá primeriza.
En mi caso, como ya sabéis, la maternidad llegó tarde por voluntad propia y tras diez años de noviazgo con el que ahora es mi marido. Carla nació con 37 años ya cumplidos y Àlex en la recta de los 40. Eran dos niños muy deseados y vivimos ese momento con mucha ilusión y expectación. Sin embargo, el camino no fué fácil.
Ser madre supone inevitablemente sacrificar aspectos de tu anterior vida sin hijos. También adaptarte a una nueva situación y adquirir unos conocimientos y una experiencia difíciles de apreciar y entender si no llegas a serlo.
Esta mañana justamente comentaba con otra mamá que, cada vez, me resulta más lejana mi etapa con los niños siendo bebés. Supongo que a medida que nuestros hijos van creciendo, vamos adaptándonos a las nuevas etapas evolutivas que inauguran y vamos cerrando las que ya dejamos atrás.
Mis 10 errores de la primera maternidad
Con la llegada de nuestra hija Carla cometí algunos errores que, posteriormente, con Àlex evité reproducir. Sin embargo, no siempre lo conseguí. La llegada de un segundo hijo supone un antes y un después, con unos errores diferentes y otros que se repiten. Son muchas las ocasiones en que, sin manual ni formación para ser madre, te preguntas ¿qué clase de madre soy?
Estos son algunos de mis errores principales como mamá primeriza:
- Dudar de mí misma y de mis aptitudes como madre. Las incertidumbres que acompañan la llegada del bebé hacen que, en ocasiones, escuches a todos los que te rodean sin prestar demasiada atención a lo que verdaderamente deseas. Te sientes frágil, como madre y como mujer. Eres vulnerable a las críticas y a las opiniones. En definitiva, dudas de cómo actuar en cada momento.
- Querer tenerlo todo bajo control. Con la maternidad tardía una llega a tener hijos siendo ya una mujer madura y con ciertas responsabilidades y determinados hábitos adquiridos. Uno de mis defectos es ser una persona excesivamente metódica, extremadamente ordenada y planificadora. Con los niños, a casi 40 años de edad, tuve que aprender a relajarme, a dejar espacio para la improvisación y a asimilar que muchas veces las cosas escapan a nuestro control .
- No disfrutar de la maternidad como hubiera querido. El nacimiento de un bebé es un momento para relajarse y disfrutar de esos pequeños momentos a su lado. En mi caso leí tanto sobre el embarazo, el parto y la crianza que apenas disfruté de esos momentos espontáneos que me ofrecía el bebé. Cualquier salida del guión era motivo de preocupación.
- Vivir la lactancia materna como algo negativo. Tras leer también mucho sobre el tema, con Carla opté por la lactancia materna. En este proceso, nada fácil por cierto, deberíamos ser capaces de escucharnos más a nosotras mismas y aplicar el sentido común. Sin por ello renunciar a acudir a profesionales y grupos de ayuda específicos si la ocasión lo require. Con Àlex, y tras la experiencia vivida con mi primera hija, lo descarté desde un inicio. Sin embargo, quizás este también fué un nuevo error.
- Ser muy estricta con los horarios y las rutinas diarias del bebé. En casa, vivíamos por y para el bebé. En ocasiones, dejar espacio para la improvisación ayuda a la convivencia y fortalece la relación de pareja.
- Evitar los ruidos en casa para que el bebé pudiera descansar. Por suerte no era de las que dejaba la casa a oscuras todo el día, como también las hay. Tenía claro que mi hija debía aprender a diferenciar el día de la noche. Sin embargo, evitaba hacer ruido y que lo hicieran. Carla fué una niña que apenas dormía durante el día. Por ello, por poco que cerrara los ojos, pensaba que el silencio sepulcral le ayudaría a conciliar el sueño.
- Estar en continua actitud de alerta y pendiente del bebé. Los primeros meses de la maternidad, velando su cuna. Después, y a medida que crecía, esclavizada con el vigilabebés.
- Intentar interpretar cada lloro del bebé. Descubrir las razones que le llevaban a llorar no siempre es tarea fácil y tampoco debemos obsesionarnos con ello. Querer interpretar continuamente qué te quiere decir el bebé a través del llanto puede generar cierto estrés innecesario.
- Inundar la casa de objetos que nunca llegué a utilizar. Suele ser habitual que, ante la primera maternidad, acabes comprando infinidad de accesorios que después te das cuenta que nunca vas a usar. Aún recuerdo un calienta biberones, un sacamocos eléctrico y un robot de cocina que nunca utilicé.
- No tener un momento para mí. Ese fue el gran error de mi primera maternidad y que, inevitablemente, repetí con mi segundo hijo. Es evidente que tu papel como madre está al lado de tu hijo recién nacido. Sin embargo, también es bueno para la salud mental de la madre saber distanciarse en determinados momentos.
Ya he llegado a los diez y aún me vienen otros muchos a la mente. Esterilizar todo lo que entraba en contacto con el bebé, calentar biberones antes de sus tomas, abrigar en exceso a mi hija, fueron otros tantos de mis errores. Muchos de ellos los repliqué, inevitablemente, en mi segunda maternidad. Es ahora cuando los analizo con cierta perspectiva. También es ahora cuando estoy aprendiendo que, quizás, actuando de otro modo hubiera vivido otra primera maternidad.
Enfrentarse a la primera maternidad no es fácil. No hay manual de uso para hacerlo. Como mamá primeriza es importante informarte y seguir algunos manuales de crianza de referencia. Sin embargo, también es esencial dar paso al sentido común y los instintos más básicos que todas tenemos como mujeres. Y, ante todo, es fundamental saber y querer disfrutar de la maternidad y de esos momentos al lado de tu bebé. Sin angustias, sin temores, sin rencor y escuchando a tu hijo recién nacido en todo momento.
Como ya creo haber comentado en alguna ocasión ninguna maternidad es perfecta. Ninguna mujer está preparada para tener hijos, afrontar la llegada del bebé y lo que ello supone. ¿Y tú, cómo viviste tu primera maternidad?
Creo que los cumplo todos…
Jejejeje…ya somos dos Vero ;-) Creo que inevitablemente son errores muy frecuentes en la mayoría de mamás primerizas.
¡hola! pues yo la estoy viviendo bastante relajada… soy un poco de improvisar en mi vida en general, así que como madre lo estoy haciendo igual. creo que sólo comparto el último punto de la lista, que me parece viene de serie con la maternidad ;) … aunque está claro que tengo mi propia lista de errores, claro! XXX
!Hola Miren! Me alegra saber que en tu caso vives la maternidad de forma distinta. Personalmente, me encantaría poder dejar más espacio para la improvisación en mi vida, creo que con los niños pequeños me hubiera ayudado un montón. De hecho, os envidio (sanamente) cuando lo oigo. Finalmente, decirte que, por suerte, el último punto de la lista es un error que vas corrigiendo a medida que los niños crecen, o por lo menos, este ha sido mi caso. Lo importante, de todas formas, es vivir la maternidad en positivo y no sentirnos en ningún momento mal por no hacer las cosas cómo supuestamente deben hacerse. La intuición es la que prevalece en muchos casos de duda. Un besito!
Yo llevé muy bien mi primera maternidad en lo que se refiere a cómo cuidaba a mi hijo y lo segura que me sentía manejándolo. Lo que realmente me pilló por sorpresa y fué un calvario fué la relación con mi suegra y sus continuas críticas o comentarios a todo lo que hacíamos. Era agotador y supuso un estrés enorme tanto para mí como en la relación con mi pareja. La calma que teníamos en casa se convertía en una tensión constante con cada una de sus visitas. No nos dejaba tomarnos las cosas con calma. Si vestía al bebé, tenía sus manos encima de las mías para ponerle ella la ropa también. No entiendo la rivalidad de las abuelas, sobretodo las suegras, cuando llega un bebé, ni la necesidad de cuestionarte continuamente y no respetarte como madre. Es una obsesión por controlarlo todo que fué sumamente tóxica en mi caso y aún hoy en día seguimos arrastrando las consecuencias en nuestro matrimonio. Creo que las relaciones familiares con la llegada del bebé es algo que pilla por sorpresa a muchas parejas y lamentablemente acaba con muchas de ellas por no saber manejar estas situaciones tan difíciles.
Hola Maribel! Una relación difícil la de las futuras abuelas cuando nace un bebé en una familia. También yo aún recuerdo los comentarios de mi madre y mi suegra cuando, con mi primera hija, me empeñé en darle en pecho. Las dos sabían y recordaban a la perfección, tras casi 35 años y más, cómo era dar de amamantar a un bebé y también cómo conseguían que se durmiera. Entiendo que lo hacen con buena fe, pero en esos momentos, lo que menos necesitas son consejos de esa índole y sentirte cuestionada en tu recién estrenado papel de madre. Si además tu pareja no te apoya, entiendo que, en determinados momentos, el mundo se te venga abajo. La maternidad ya es dura de por sí, agotadora para las madres que consagramos día y noche a nuestros bebés y sacrificamos todo lo que nos rodea para hacerlo lo mejor posible y si, encima, se te cuestiona todo lo que haces, la carga es aún mucho más difícil de sobrellevar. No sé la edad que tienen tus peques, pero, en mi caso, debo decir que todo lo que cuentas se magnificó muchísimo durante los primeros 4 años, pero ahora, con los niños algo más mayores, también debo admitir que empiezo a verlo distinto. Encantada de compartir contigo estas vivencias. Un fuerte abrazo,