Ante todo deciros que me considero una persona estricta y metódica, amante del orden y las buenas maneras, en ocasiones hasta el extremo. Por ello, la disciplina forma parte de mi vida e intento que también esté presente en la educación de mis hijos, ya que creo que para ellos es positivo identificar los límites y conocer cuáles son las reglas. Sin embargo, no siempre me resulta fácil poner en práctica esta rectitud sin caer en los tan socorridos castigos y amenazas.
Estaban mis hijos viendo esta mañana un capítulo de Caillou y a medida que iba desarrollándose la escena pensaba, para mis adentros, que, en una situación similar en mi casa, yo ya hubiera estallado en gritos.
La escena no era otra que la de una niña pequeña, en este caso Rosie, dando golpes con una cuchara en un cuenco de comida y salpicando todo lo que tenía alrededor. Caillou quería ir a la piscina y conversaba con su madre, mientras su hermana pequeña seguía dando guerra vaciando el vaso de agua al suelo. Tras percatarse de lo que acaba de hacer su hermana, Caillou, con la toalla de la piscina en los hombros y creyendo ayudar, acudía raudo a secar el suelo mojado con su propia toalla. Sorprendentemente y cómo suele ser habitual en esta serie animada, la mamá de Caillou se dirigía a sus hijos desde la calma, el sosiego y la ternura. ¿Cómo lo consigue ? Tras un sinfín de despropósitos cómo estos, que en la mayor parte de las ocasiones suelen sacarte de tus casillas, ¿cómo consigues controlar, conectar y redirigir la situación sin caer en los tan recurrentes gritos y el castigo?
Disciplina sin lágrimas, una guía para educar a los niños desde el cerebro
Con una situación similar empieza el libro del que os voy a hablar hoy. Se trata de «Disciplina sin lágrimas« de Daniel J.Siegel y Tina Payne Brison. Una guía esencial para comprender y saber afrontar situaciones tales como las conocidas pataletas de los niños a través de un mejor conocimiento del cerebro y de las mejores técnicas para empatizar con los más pequeños.
Con «Disciplina sin lágrimas» ya desde la primera página el padre o madre se siente identificado y reforzado en su faceta, a veces agotadora, de educar a sus hijos. Según los mismos autores «Los padres están cansados de chillar tanto, de ver malhumorados a sus hijos, de que éstos sigan portándose mal. Saben qué clase de disciplina no quieren utilizar, pero no saben qué alternativa seguir» y por ello los autores ofrece esta guía, reivindicando la palabra «disciplina» como «un término que no tiene que ver con el castigo o el control, sino con la enseñanza y la adquisición de destrezas, y lo hacemos, dicen ellos, desde una postura de amor, respeto y conexión emocional».
Según sus autores, el libro tiene un doble objetivo «la cooperación (…) es decir suscitar cooperación y ayudar al niño a comportarse de forma aceptable (…) y evitar las conductas que no lo sean (…).. Este es el objetivo a corto plazo de la disciplina». Pero también «Hay una segunda finalidad igual de importante (…) Se centra en instruir a los niños con el fin de que desarrollen destrezas y la capacidad para dejar manejar con flexibilidad situaciones exigentes, frustraciones y tormentas emocionales que pueden hacerles perder el control«.
Para Siegel y Payne la respuesta a la pregunta de cómo los padres logran cumplir sus objetivos de disciplina no es otra que «mediante castigos y amenazas. Los niños se portan mal y la reacción parental inmediata es aplicar correctivos sin detenerse ante nada. (…) Para muchos padres los castigos (junto con una buena dosis de gritos) son prácticamente la estrategia de disciplina que eligen por defecto: aislamientos, zurras, supresión de privilegios, prohibición de salir, etc.». Sin embargo, en base a los últimos avances científicos sobre el cerebro, hay otra manera de imponer la disciplina que es el enfoque de este libro, un método basado en la conexión con el niño y la capacidad de redirigir su conducta.
Como posteriormente desarrollan a lo largo de los diferentes capítulos, los autores subrayan que «Conexión, significa que damos a nuestros hijos atención, que los respetamos lo suficiente para escucharles y que les transmitimos apoyo, nos guste o no su manera de comportarse» y enfatiza «conexión» no equivale a «permisividad». Conectar con los niños durante la imposición de disciplina no significa dejarles hacer lo que quieran. (…) Un conocimiento bien definido de las reglas y los límites les ayuda a llevar con éxito las relaciones y otras áreas de la vida». Y añaden posteriormente «la conexión puede y debe combinarse con límites claros y firmes que establezcan las estructuras necesarias en la vida del niño. (…) Tan pronto como hemos conectado con nuestro hijo y le hemos ayudado a tranquilizarse para que pueda oirnos y entender todo lo que estamos diciendo, podemos redirigirlo hacia una conducta más apropiada y ayudarle a encontrar un comportamiento mejor» para terminar diciendo que «Prestar atención a las emociones del niño suele traducirse en más calma y cooperación»
Daniel J.Siegel y Tina Payne Bryson, a partir de su experiencia profesional como padres y profesionales de la medicina, intentan reflejar a lo largo del libro situaciones reales para poder explicar el significado de la disciplina y transmitir a los padres cuál debe ser su enfoque aplicando siempre las estrategias que ellos consideran que funcionan en estos casos. A través de los distintos capítulos, los autores analizan el cerebro y sus funciones, tratan el tan conocido momento «rabieta» y ofrecen soluciones correctivas a través de la conexión con el niño, con estrategias específicas para lograr sus objetivos. Posteriormente, una vez tranquilizado el niño, abordan cómo redirigir un comportamiento y cuáles son las mejores estrategias para obtener esta cooperación e imponer disciplina.
El libro se cierra con algunos recursos adicionales que incluyen desde una nota para la nevera con los principales tips para conectar y redirigir a tu hijo hasta dos historias personales de los mismos autores que ejemplifican, que incluso ellos, se equivocan en el momento de aplicar la disciplina a sus hijos. También en la parte final y a modo de cierre final se incluye una nota dirigida a los cuidadores y una lista con los 20 errores más usuales en los padres en el momento de aplicar estrategias disciplinarias a sus hijos, Una muestra más de que nadie es perfecto y que todos cometemos errores al intentar educar a nuestros hijos.
Os recomiendo encarecidamente «Disciplina sin lágrimas». Es una lectura en ocasiones algo densa por la gran cantidad de información contrastada que contiene, pero entretenida gracias a las abundantes viñetas ilustrativas que salpican los distintos capítulos. Se trata de una buena guía con gran cantidad de recursos y casos prácticos, escrito desde el conocimiento y la experiencia de los autores como padres y sobre todo como expertos en diferentes áreas de la medicina. ¡Espero que os guste!